Tenemos ejemplos reales de mujeres cuyo trabajo ha sido, literalmente, robado por los hombres que estaban a su alrededor. O mujeres que han sido pioneras en algo y la historia se ha encargado de eliminarlas. Al día de hoy, y de forma cotidiana, esto se da en muchos trabajos, en los que los logros femeninos son atribuidos a hombres y otros logros pasan desapercibidos.
A modo de ejemplo tenemos a:
*Artemisia Gentileschi que en el siglo XVII fue una pintora barroca que, además de ser violada, tuvo que aguantar la indiferencia por ser mujer y pasó por la humillación de que muchos de sus cuadros fueran atribuidos a su padre o a otros artistas varones.
*Tatiana Afanasyeva que en 1911 era una física que trabajó sobre los fundamentos de la física estadística y el mérito se lo llevó Paul Ehrenfest, su marido.
*Frieda Robscheit-Robbins . En 1934 fue una patóloga que junto a George Hoyt Whippie, consiguieron la cura para la anemia perniciosa. El premio Nobel de Medicina se lo dieron solo a él que, consciente de la injusticia, repartió el dinero del premio con ella y otras dos colaboradoras.
*En 1944 Lise Meitner (química) y Otto Hahn consiguieron la fisión nuclear tras un experimento, pero el premio Nobel se lo dieron a él.
*En 1947 la fisióloga Gerty Cori obtuvo el premio Nobel de Ciencias, pero las universidades ofrecieron trabajo a su marido, Carl Cori, con el que trabajaba, y se negaron a contratarla a ella.
*En 1974 Jocelyn Bell descubrió los pulsares mientras hacia su tesis doctoral. El premio Nobel por ese descubrimiento se lo dieron al director de su tesis, Antony Hewish.
*En 1976 Sau Lan Wu (física) y Samuel Ting descubrieron una partícula subatómica y el premio Nobel de Física se lo dieron a él.
*En 1985 Isabella Helen Lugoski (química), junto a su marido, desarrolló una serie de técnicas para determinar la estructura tridimensional de moléculas por cristalografía de rayos X y el premio Nobel de Química se lo dieron a su esposo y a su colaborador, Herbert A. Hauptman.
Astrónomas, físicas, biólogas, inventoras, investigadoras, pintoras, escritoras, cineastas, militares…, la historia está repleta de mujeres que apenas se nombran en los libros de texto, ni en los colegios, ni en las universidades ni en los centros científicos. Mujeres que han tenido que esconder su género, mujeres que han tenido que ver cómo otros hombres se han apropiado de sus logros. Hasta hace poco éramos la mujer detrás del gran hombre, y el número de mujeres que han pasado a la historia es anecdótico: a pesar de que han sido pioneras en muchos campos, se las ha silenciado y se les han usurpado su trabajo y sus éxitos. Se las ha borrado de la historia.
Sin embargo, esto no es algo del pasado y continúa ocurriendo en la actualidad: cuando Rafa Nadal ganó su décimo Roland Garros, todos los medios lo aplaudieron porque había hecho historia. Nadie se acordó de Margaret Court, una tenista que había ganado once veces este premio. Tampoco nadie se enteró cuando un equipo de fútbol femenino ganó la Liga de Segunda infantil masculina en Lleida. Si lees los artículos periodísticos durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, es posible que te escandalices con los titulares que se les dedicaban a las medallistas. En la actualidad, tenemos el caso de J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, a la que le aconsejaron que firmara las novelas con sus iniciales para esconder que era una mujer, igual que a S.E. Hinton, la autora de Rebeldes, que escondió también su género detrás de unas siglas. Las obras anónimas muchas veces escondían la identidad de una mujer. Si echas un vistazo a los carteles de los festivales de música, de cualquier tipo, comprobarás que apenas hay representación femenina en los grupos que tocan.
(Iria Marañon. Educar en el feminismo. Plataforma Editorial. Barcelona. 2018)