La creencia en un Dios único y personal se denomina teísmo. Según esta concepción, Dios es el creador del universo e interactúa con él, además de diferenciarse del mundo, lo trasciende. Las principales religiones teístas (o monoteístas) son el cristianismo, el islamismo y el judaísmo. El teísmo hay que distinguirlo del politeísmo, consistente en la creencia en múltiples dioses (como ocurría en la Grecia Antigua y en Roma). Lo contrario del teísmo es el ateísmo, que consiste en negar que Dios exista. El agnosticismo es la posición que toman aquellos que consideran que la existencia de Dios no puede demostrarse. La mayoría de los filósofos han sido teístas. Existen otras concepciones diferentes sobre Dios además del teísmo. Las principales son:
*Deísmo. Corriente filosófica nacida en el siglo XVII que afirmaba que Dios ha creado el universo, pero negaba que pudiera interactuar con él (negaba, por ejemplo, las revelaciones divinas).
*Panteísmo. Consiste en identificar el universo o la naturaleza con Dios. Esta concepción, defendida principalmente por B. Spinoza, se opone a la creencia en un Dios personal (como cree el cristianismo) y por eso fue considerada en su época como una concepción que conducía al ateísmo.
El fanatismo religioso es una actitud desmedida en defensa de las propias creencias religiosas. Para el fanático, el mundo se divide en creyentes (los que comparten su misma religión) e infieles.
- Argumentos sobre la existencia de Dios.
Durante la Edad Media y la Edad Moderna, los filósofos trataron de desarrollar pruebas racionales respecto a la existencia de Dios. Autores como san Agustín, san Anselmo de Canterbury o santo Tomás de Aquino, y filósofos racionalistas y empiristas como Descartes, Berkeley y Leibniz se esforzaron en aproximarse a la fe religiosa mediante la razón.
En su Crítica de la razón pura, Kant estudió los argumentos que habían usado estos autores y concluyó que todos ellos contenían falacias. Para Kant, no es posible probar la existencia de Dios, y cerró el camino a la posibilidad de que tales discusiones siguieran formando parte de la discusión filosófica teórica (aunque mantuvo la necesidad de la divinidad en el campo de la filosofía ética). Kant consideró que hasta ese momento se habían dado tres tipos de argumentos para explicar la existencia de Dios:
*Argumento ontológico.
*Argumento del diseño fisicoteológico.
*Argumento cosmológico.
1.1. Argumento ontológico.
Uno de los argumentos que más discusiones despertó en las épocas medieval y moderna es el argumento ontológico (bautizado con este nombre por Kant). Fue ideado por san Anselmo en la Edad Media y defendido, entre otros por Descartes y Leibniz. El argumento ontológico parte de la definición de Dios para concluir necesariamente con su existencia.
Según explica san Anselmo, todo el mundo tiene una idea de Dios según la cual es el ser más perfecto o, siguiendo sus palabras, “el ser mayor que el cual nada puede pensarse”. Anselmo defiende que tanto los creyentes como los no creyentes comparten esa misma idea de Dios, y que la diferencia entre ambos reside en que el creyente, además de tener ese concepto de Dios, afirma que existe.
Ahora bien, si se supone que no existe, Anselmo razona que no sería “el ser mayor que el cual nada puede pensarse”. La existencia contribuye a que un ser sea más perfecto. Si tengo la idea de Dios, pero no incluyo su existencia, entonces no se trata del ser más perfecto. Anselmo concluye que el no creyente en realidad se contradice, porque si analizara bien su idea de Dios, tendría que concluir con su existencia. Por definición, el ser mayor que el cual nada puede pensarse tiene que existir. Por tanto, Dios existe.
Según Kant, no hay contradicción entre pensar en un ser perfecto y considerar que no existe. Al concluir que Dios existe, lo único que se ha logrado ha sido extraer aquello que previamente se ha introducido en el concepto de Dios. Por tanto, el argumento no demuestra nada.
1.2. Argumento del diseño fisicoteológico.
El argumento fisicoteológico, que también recibe el nombre de argumento del diseño, considera que la complejidad de los seres vivos y su adaptación al medio en el que viven es una prueba de la existencia de Dios. Los órganos de los seres vivos cumplen una finalidad, por lo que parece lógico considerar que han sido diseñados por un ser inteligente. Del mismo modo que si encontráramos un reloj en una isla desierta- como razonaba el teólogo W. Paley en el siglo XVIII-, deduciríamos que tendría que haber un relojero que lo haya creado, ante la complejidad de la naturaleza y de órganos tan sofisticados como un ojo tiene que concluirse que existe un ser superior que ha creado todo lo que existe.
Existe una versión contemporánea del argumento del diseño que ha dado en llamarse diseño inteligente. Se basa en la misma idea de que el mundo tal como es tiene que haber sido creado por un ser inteligente que se identifica con Dios.
El argumento del diseño se basa en un razonamiento por analogía que es una de las formas de razonar más débiles.
Para Kant, era un razonamiento inválido porque la noción de causa- empleada aquí para afirmar que el diseño de los seres vivos es causado por un ser trascendente- solo puede aplicarse al mundo de los fenómenos y de la sensibilidad. Por tanto, aplicar el concepto de causa a seres espirituales como Dios que, por definición, trascienden la realidad, es incorrecto.
Existe una teoría científica que no necesita recurrir a entidades trascendentes para explicar un fenómeno del mundo. La teoría darwinista de la selección natural- publicado en 1859 y muy posterior a la muerte de Kant- es capaz de explicar el diseño y las complejidades de los seres vivos mediante un mecanismo como la selección natural.
5.3. Argumento cosmológico.
Según este argumento, para que exista cualquier cosa contingente (lo contingente es aquello que puede ser o no ser y es lo contrario a lo necesario)- como uno mismo- tiene que existir un ser necesario. Para Kant, en este caso se comete de nuevo un abuso del principio de causalidad.
- El caso de Pascal.
Ha habido filósofos que han optado por afirmar la existencia de Dios exclusivamente por la fe, y no por la razón. Este es el caso de B. Pascal quien escribió en una ocasión: “Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob. NO de los filósofos ni de los sabios”. Con esta afirmación, Pascal rechazaba todas las reflexiones nacidas en el terreno de la filosofía y que pretendían demostrar la existencia de Dios. Creía en la existencia de una religión auténtica- representada por los personajes bíblicos. Que trascendía todos los farragosos razonamientos de filósofos y teólogos y que merecía la pena seguir.
Sin embargo, Pascal ideó un razonamiento para justificar la necesidad de creer en Dios (no para demostrar su existencia). Se conoce como la apuesta de Pascal, y consiste en tener en cuenta que solo hay dos alternativas: creer o no creer en Dios. Si finalmente no existe, nada se pierde al creer en él, porque ni la vida ni la muerte tendrán sentido. Sin embargo, si existe y no he tenido fe, no alcanzaré la vida eterna y lo habré perdido todo. Por tanto, Pascal razona que es preferible creer en Dios porque de este modo se tiene ocasión de ganarlo todo o de no perder nada. Y si no se cree, puede uno llegar a perderlo todo.
- El ateísmo contemporáneo.
En la época contemporánea, aparecieron filósofos que se declararon ateos que era una opción legítima a partir de la Ilustración.
- Feuerbach (1804- 1872) invirtió los términos habituales de la teología según los cuales el hombre había sido una creación de Dios y afirmó que, por el contrario, Dios era una creación humana y que la idea de infinito nace de las cosas finitas. Para el alemán, la religión tiene un origen psicológico fruto del sufrimiento de los seres humanos.
Otros filósofos también críticos con la religión fueron K. Marx, F. Nietzsche y S. Freud. P. Ricoeur se refirió a ellos como filósofos de la sospecha por sus críticas a la racionalidad ilustrada.
Para Marx, la religión es el opio del pueblo, una práctica que sirve a los intereses de la clase dominante y que por ello tiende a adormecer, crea conformismo, impide que las personas reclamen justicia y que sean conscientes de sus derechos.
Nietzsche proclamó que “Dios ha muerto” y para Freud, la religión es fruto de la frustración y no era más que una neurosis colectiva.
En el siglo XX, filósofos existencialistas como J-P. Sartre se declararon ateos. En la actualidad, existen científicos y filósofos como D. Dennett, R. Dawkins o S. Weinberg, que critican racionalmente la religión por considerar que se trata de un conjunto de creencias carentes de razones. También tratan de probar que detrás de muchas declaraciones de guerra o actos violentos se encuentra la religión.
(Roger Corcho Orrit y Alfredo Corcho Asenjo. Filosofía y Ciudadanía. Bachillerato. Editorial Bruño. Madrid. 2008)