La biología no es inmune a los estímulos socioculturales, al contrario. Debido al fenómeno de neuroplasticidad, las sociedades esculpen el cerebro de hombres y mujeres desde temprana edad, según el tipo de ideología y cosmovisión de cada segmento de adultos y educadores.
Por ejemplo, en el mundo occidental, los chicos se familiarizan con el conflicto desde pequeños, cuando les regalan soldaditos, espadas, pistolas o muñecos con forma de monstruos. Estas claves culturales determinan la morfología de su cerebro, ya que, cada vez que un niño juega a la guerra, se van creando los neurocircuitos asociados a este tema.
Ello explica ( en parte) por qué las zonas relacionadas con la agresión son mayores en el cerebro masculino, mientras que las habilidades relacionadas con la empatía, es decir, con la capacidad de ponerse en el lugar del otro y sintonizar con sus emociones, están más desarrolladas en el femenino. De hecho, si te fijas en un escaparate de juguetes para niñas, repleto de muñecas, cunitas y objetos de color de rosa, encontrarás muchos ejemplos que nos ayudarán a comprender cómo la cultura contribuye a modelar su cerebro femenino.
Aun así, hay algunas preferencias aparentemente innatas, no producto del fenómeno de neuroplasticidad asociado a factores culturales,como se ha creído hasta hoy.
Por ejemplo, los resultados de una investigación realizada de forma conjunta por profesores de la Universidad de Londres y de la Universidad de Texas permitieron descubrir que algunas preferencias de juguetes el género no son producto de la socialización. Durante el experimento, realizado con simios de uno a cuatro años, se incluyeron juguetes típicos de chicos (camiones, coches), juguetes típicos de niñas (muñecas) y juguetes o entretenimientos neutros (libros, entre otros).
Mediante una medición del tiempo que cada sexo pasaba con los distintos juguetes, se observó en los machos una preferencia por los considerados masculinos y, en las hembras, por los considerados femeninos. Con respecto a los neutros, ambos sexos los usaron el mismo tiempo. Dado que obviamente, los animales no pueden verse influidos por estímulos socioculturales, se deduce que la inclinación de uno y otro sexo hacia diferentes juguetes puede deberse a diferencias biológicas innatas.
En opinión del neurobiólogo alemán G. Hüther lo que marca la diferencia entre hombres y mujeres comienza antes del nacimientos y es una concentración hormonal diferente: testosterona en el varón; estrógenos y progesterona en la mujer.
(N. Braidot. Cómo funciona el cerebro para Dummers. Editorial Planeta. Barcelona. 2014)