Seguramente a todos nos resulte familiar la situación de estar en una fiesta ruidosa tratando de mantener una conversación con alguien que está a nuestro lado. En realidad, ya es sorprendente de por sí que seamos capaces de filtrar todo el barullo de fondo para concentrarnos en lo que nuestro interlocutor esté diciendo, pero es que además, si en ese momento alguien al otro lado del cuarto mencionase de repente nuestro nombre, seríamos capaces de percibirlo…aunque no tuviésemos ni la más remota sensación de haber oído algo del resto de su conversación. Esto se conoce como el “efecto fiesta de cóctel”, y fue descubierto por Collin Cherry en 1953. No cabe duda de que, a algún nivel, debemos ser capaces de procesar todos los estímulos de nuestro alrededor para ser capaces de oír nuestro nombre en ese tipo de situaciones.
(Dra Sandi Mann. La Biblia de la Psicología. Tú, este libro y la ciencia de la mente. Ediciones Gaia. Madrid. 2016)