“HM”.
HM era el pseudónimo de Henry Gustav Molaison (1926- 2008), un estadounidense al que se le conocía como “el hombre sin memoria”. Llevaba sufriendo epilepsia severa muchos años y a los 27 se sometió a cirugía para tratar de reducir la gravedad de sus síntomas. Henry estuvo despierto durante todo el procedimiento. La cirugía incluyó la extirpación de una estructura cerebral llamada hipocampo, que está situada entre los lóbulos temporales. La operación fue un éxito y los ataques de Henry mejoraron mucho, pero, tristemente, la disección de su hipocampo tuvo graves efectos sobre su memoria: no podía recordar nada que hubiese sucedido desde la intervención y tenía pérdidas de memoria sobre lo sucedido en los once años anteriores a ella (por razones que todavía no están claras).
La razón por la que HM contribuyó tanto, y de forma involuntaria, a la psicología es que, hasta su caso, no se sabía que el hipocampo, situado entre los lóbulos temporales del cerebro, tuviese una importancia tan trascendental en la memoria. Tras HM, no se volvieron a realizar este tipo de operaciones para curar la epilepsia, aunque, por supuesto, esa decisión llegó demasiado tarde para el pobre HM.
Las aportaciones de HM a la psicología continuaron en los 55 años posteriores a su cirugía. Durante ese tiempo, participó voluntariamente en toda una serie de experimentos en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Gracias a ellos, se descubrió mucho de lo que sabemos hoy en día sobre la memoria. Su amnesia global postoperatoria le impedía aprender o recordar nada nuevo a nivel consciente (por ejemplo, nombres, caras y canciones), pero era capaz de adquirir nuevas habilidades motrices a nivel subconsciente ( por ejemplo, cuando se hizo daño en una pierna, aprendió a caminar utilizando un andador, aunque no podía recordar haber usado uno antes… siendo “antes” el día anterior). Su CI siguió siendo normal y se comportó de forma feliz y cooperadora, sin cansarse nunca de unos experimentos que siempre eran nuevos para él.
El nombre de Henry (o sus iniciales, porque su nombre real solo se reveló tras su muerte para mantener la confidencialidad del paciente) ha sido mencionado en casi 12.000 artículos de revistas, lo que lo convierte en el caso más estudiado en la historia médica o psicológica. Henry siguió contribuyendo a la psicología incluso tras su muerte: diseccionaron su cerebro en dos mil partes para continuar investigando con él.
DAVID REIMER.
David Peter Reimer (1965- 2004) fue un canadiense que nació biológicamente hombre pero que, tras una intervención chapucera en su infancia en la que su pene acabó accidentalmente destruido, fue criado como mujer siguiendo el consejo médico. Bruce, como se llamaba el niño originalmente, tenía un gemelo idéntico, Brian. A los seis meses, se les citó a ambos para someterlos a una cirugía rutinaria destinada a corregir un problema menor en sus penes que les causaba problemas para orinar. Trágicamente, el miembro de Bruce acabó totalmente destrozado. Visto el resultado, la operación de Brian se canceló (su problema se corrigió solo con el tiempo).
Sus devastados padres llevaron a Bruce a la consulta de John Money en Baltimore que era un psicólogo que se estaba labrando una reputación como pionero en el campo del desarrollo sexual y la identidad de género, gracias a su trabajo con pacientes intersexuales (personas cuyo género no resultaba evidente a partir de sus órganos genitales). Este psicólogo creía que la identidad de género era, principalmente, el resultado del aprendizaje social. Por lo tanto, podía ser modificada si se alteraba la educación de los niños. Money recomendó que se le construyera una vagina a Bruce y que se le criara como a una niña. A los 22 meses, Bruce se convirtió en Brenda, el experimento definitivo en investigaciones de identidad de género, sobre todo porque su gemelo, Brian, era el perfecto sujeto de control.
Reimer afirmaría más tarde que Money lo había obligado a realizar extrañas prácticas de orientación y aprendizaje sexual para que asumiese su nuevo género. Entre ellas estaba lo que Money llamaba “juegos de infancia sexual”, que, según él, eran necesarios para que Reimer se convirtiese en una mujer adulta sana. Money informó del caso durante muchos años bajo el pseudónimo “John/Joan”) en revistas de psicología en las que alardeaba de su éxito. Afirmaba que Bruce se había adaptado bien a ser Brenda y que había adoptado su rol femenino satisfactoriamente. El caso se utilizó para reafirmar la idea de que el género podía aprenderse, incluso si los niños no eran intersexuales.
Tristemente, sin embargo,, más tarde se descubrió que sus conclusiones eran falsas. En 1997, el propio Reimer contó su historia a periodistas y otros medios de comunicación para evitar que más niños tuviesen que sufrir lo que él había sufrido. Negó que se hubiese “convertido” en mujer en ningún aspecto. Describió su historia con gran detalle en un libro titulado “Tal y como nació: el niño criado como niña”. De hecho, afirmó que en la pubertad se había sentido tan deprimido que había tenido pensamientos suicidas y se había negado a ver a Money de nuevo. Es importante entender que Reimer, en ese momento, no conocía su propia historia al completo (no sabía que había nacido niño). Cuando por fin le dijeron la verdad, empezó su transición para volver a su género original y se convirtió en David a la edad de catorce años.
David se casó más adelante y fue padrastro de tres niños. Trágicamente, se suicidó a los 38 años. Su gemelo, Brian, al que le habían diagnosticado esquizofrenia, ya lo había hecho con anterioridad.
El legado de David Reimer nos ha permitido entender mejor qué es lo que nos hace ser hombre o mujer (y que los genitales externos son solo un factor más a tener en cuenta).
KITTY GENOVESE.
A diferencia de la mayoría de ejemplos, Kitty Genovese llevó una vida anodina que no llamó la atención de los psicólogos. Fue su terrible muerte y las circunstancias que la rodearon las que contribuyeron mucho e involuntariamente, al pensamiento psicológico.
Catherine Susan Genovese, conocida como “Kitty”, nació en 1935 en Nueva York, donde vivió toda su vida hasta su prematura muerte. El 13 de marzo de 1964, volvió a casa conduciendo desde el trabajo por la mañana temprano. Después de aparcar, de camino a su piso, fue atacada a puñaladas por Winston Moseley, un hombre de 29 años casado y padre de dos niños. Sus gritos llamaron la atención de los vecinos y Moseley escapó, dejando a Kitty gravemente herida. Sin embargo, volvió diez minutos más tarde y le clavó el cuchillo una y otra vez hasta causarle la muerte.
Lo que distingue a este asesinato de cualquiera de los muchos que se producen aleatoriamente en Nueva York es que, supuestamente, el ataque a Kitty fue presenciado por docenas de personas (se calculó que entre 12 y 38 personas habían observado algún momento del asesinato). Sin embargo, poco, o nada, se hizo para auxiliarla.
Esta pasividad por parte de tanta gente originó toda una oleada de teorías sobre lo que acabó por conocerse como el “efecto del espectador”. Los psicólogos sociales J. Darley y B. Latané abrieron esa línea de investigación y demostraron que, al contrario de lo que cabría esperar, la presencia de un gran número de espectadores disminuye la probabilidad de que alguien dé un paso adelante para ayudar a una víctima. Entre las razones sugeridas para que se produzca este “efecto del espectador”, se incluye el hecho de que las personas presentes suelen contar con que intervengan otros y con que, por lo tanto, su aportación no va a ser necesaria (“difusión de la responsabilidad”).
Y cuando ven que los demás tampoco están haciendo nada, se justifican diciendo que alguna razón habrá y se sienten inseguros para atreverse a socorrer a alguien mientras son observados. El caso de Kitty Genovese, desde entonces, se puede encontrar en todo los libros de texto de psicología social.
GENIE, LA NIÑA SALVAJE.
Genie (nacida en 1957) fue una niña estadounidense criada en aislamiento social por un padre violento. Creyendo que sufría de una discapacidad psíquica, el padre de Genie (que posteriormente se suicidó antes de ser llevado ante la justicia) decidió apartarla del mundo y encerrarla en una habitación a solas. En 1970, las autoridades de protección de menores de Los Ángeles se enteraron de su caso. Durante trece años había estado atada a una cuna de brazos y piernas o a un orinal de niño pequeño, se le había prohibido interactuar con nadie y apenas se la había alimentado. Una de las consecuencias de su aislamiento fue que no había aprendido a hablar, Genie resultó especialmente interesante para los psicólogos que pudieron examinarla por ser un caso real de cómo la falta de estimulación ambiental podía afectar al desarrollo.
Los psicólogos que la estudiaron descubrieron que, pocos meses después de ser rescatada, las habilidades de comunicación no verbal de Genie avanzaban a pasos agigantados y que también había empezado a adquirir habilidades sociales. Asimismo, desarrolló algunas habilidades lingüísticas, aunque nunca logró dominar una primera lengua. Noam Chomsky, en 1965, utilizó este caso como una prueba más de su teoría de adquisición de lenguas, que afirma que existe un período crítico en el que los niños adquieren un lenguaje y que todas las habilidades lingüísticas que se no aprendan en ese período nunca serán tan buenas.
El planteamiento de Chomsky es que nacemos con un dispositivo de adquisición de lenguaje (DAL) preparado para aprender el lenguaje durante ese período crítico del desarrollo.
El estudio del cerebro de Genie también ayudó a comprender la lateralización (algunas funciones neuronales o procesos cognitivos tienden a ser más dominantes en un hemisferio cerebral que en el otro) y, especialmente, su efecto sobre el lenguaje. La diferencia entre las habilidades de Genie con respecto al lenguaje y su competencia en otras áreas corroboró la hipótesis de que existían diferentes regiones responsables de la cognición y de la adquisición del lenguaje. El hecho de que las habilidades de comunicación no verbal de Genie fueran excepcionalmente buenas sugería que esta era cualitativamente distinta del lenguaje hablado. Las mayores dificultades de Genie tenían que ver con aquellas funciones que se creía que estaban controladas, principalmente, por el hemisferio derecho. Eso aportó nueva información sobre el funcionamiento del cerebro.
Genie pasó varios años rehabilitándose en el hospital y en casas de acogida (en algunas de las cuales vivió episodios de violencia), pero su desarrollo nunca alcanzó la “normalidad” ni en cuanto a habilidades sociales, ni funciones cognitivas, expresión emocional, habilidades motoras o muchas otras áreas. Más adelante se alejó de todos aquellos que la habían estado estudiando. Su paradero actual es desconocido, aunque se dice que vive en un hogar residencial para adultos con problemas de aprendizaje.
LOS DOS “JIM”.
Jim Lewis y Jim Springer fueron gemelos idénticos criados en diferentes familias desde que tenían cuatro semanas de vida. Cuando se reencontraron en 1974, a los 39 años de edad, descubrieron tantísimas semejanzas entre ellos que llamaron la atención de los psicólogos. Desde entonces, su historia se ha utilizado como caso práctico en el debate naturaleza- crianza. Ambos eran similares no solo físicamente (al ser gemelos, eso era de esperar), sino en una gran cantidad de cosas que sugería una fuete influencia genética, en oposición a la ambiental. Por ejemplo, tenían historias médicas parecidas (ambos padecían una cardiopatía precoz). También existían ciertas similitudes en su conducta y su personalidad: hábitos de fumar parecidos (hasta mostraban preferencia por la misma marca), la carpintería como afición, sufrían del mismo tipo de migrañas y sus puntuaciones en los test de personalidad e inteligencia guardaban estrecha relación. Ambos Jim habían, en un momento dado, trabajado a tiempo parcial como sheriff. Ambos se habían casado con mujeres llamadas Linda, se habían divorciado y vuelto a casar… con mujeres llamadas Betty. Ambos tuvieron hijos a los que bautizaron como James Alan Lewis y James Allan Springer.
El caso de los dos Jim nos permitió entender mejor el importante rol que juegan los genes en la formación de la personalidad. Ambos participaron en el estudio de la universidad de Minnesota sobre gemelos criados separadamente. Este estudio, que probablemente sea el más conocido sobre gemelos, pudo sacar provecho de una épica en que era habitual que se separase a los hermanos gemelos para entregarlos en adopción. La universidad de Minnesota sigue trabajando con gemelos hoy en día, pero es poco probable que se vuelva a dar un caso tan especial como el de los Jim.
(Dra Sandi Mann. La Biblia de la Psicología. Tú, este libro y la ciencia de la mente. Ediciones Gaia. Madrid. 2016)